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Teletrabajamos más para producir lo mismo

La experiencia inicial del teletrabajo condujo a recibirlo con optimismo, pero con el paso del tiempo, muchas empresas lo están cuestionando. Y algunos trabajadores también. Ya ha pasado más de un año y medio desde el inicio de la pandemia y los estudios indican que los costes de coordinación y comunicación aumentan con el trabajo remoto, mientras que decaen los procesos de creación de redes y contactos, y se deteriora el tiempo dedicado a la formación entre los mismos empleados y a la creación de la cultura empresarial. Todo esto incide en una caída de la productividad que se ha compensado alargando la jornada laboral.

Una de las investigaciones más interesantes es la de Michael Gibbs (U. de Chicago

 ), Friederike Mengel y Christoph Siemroth (ambos de la U. de Essex) por la riqueza de los datos de que han dispuesto. Se trata de información detallada de 10.000 empleados de una empresa asiática de Tecnología de la Información que les ha permitido comparar su productividad antes y después de teletrabajar. La producción medida de la firma no sufrió variación, es decir, los trabajadores cumplieron sus metas, pero el total de horas trabajadas aumentó casi un 30%, extendiéndose un 18% de las mismas fuera del horario laboral. Esto significa que el rendimiento por hora se redujo cerca de un 20%.

Lo interesante es que la empresa monitoriza la jornada laboral con un software que discrimina cuando el trabajador se ha involucrado en una tarea relevante o simplemente posterga las cosas. Esto permite medir el tiempo de trabajo ininterrumpido de manera exacta y no mediante una encuesta subjetiva. Además, para un subconjunto de empleados, los datos permitieron discriminar cómo se distribuyó el tiempo entre trabajo, reuniones con gente de dentro y fuera de la plantilla, etc.

El principal factor que deterioró la productividad fue que hubo menos horas de trabajo ininterrumpidas. Los empleados ocuparon más tiempo en videoconferencias, pero dedicaron menos tiempo a entrevistar clientes, a establecer redes, y a formarse mutuamente. La caída de la productividad fue mayor entre las mujeres que entre los hombres. Pero esto no se debió a la presencia de niños en el hogar. Los autores creen que esto puede deberse a la asignación cultural de una serie de tareas domésticas.

Todos los empleados que tenían hijos en el hogar, sin importar su sexo, trabajaron más horas. Su productividad cayó más que los que no los tenían. El estudio también detectó indicios de que los empleados más veteranos aumentaron ligeramente su productividad, mientras que los más nuevos no. Esto indica que aquellos más adaptados a la cultura empresarial y a los procesos internos pueden resolver más rápido sin la ayuda de un compañero. Los hallazgos sugieren que la comunicación, la coordinación y la colaboración se ven obstaculizadas de manera importante por el teletrabajo.

jmuller@abc.es

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